"Lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre" (Mafalda)

jueves, 18 de noviembre de 2010

SUMA DE LETRAS. Final del cuento colectivo


Ya llega el final de nuestro cuento colectivo. Todas las letras hemos aportado algo a nuestra historia. Esperamos que la disfrutéis.

Autor: Letra E.



Osvaldo llevaba más de media hora escondido dentro del armario, calladito calladito para que nadie se enterase de que estaba ahí; para que el susto fuera de muerte. Cuando estaba a punto de desistir en su intento, escuchó unos pasos que se acercaban hacia su escondite. Por el sonido de los tacones, era sin duda la niñera que querría coger una toallaEn el momento en que la niñera abrió la puerta, Osvaldo estaba preparado para saltar, con los pulmones llenos de aire para dar el grito más fuerte que pudiera. Y de repente… BUHHHHHHHHHHHHH. No pasó nada. Osvaldo cayó al suelo sin que la niñera lo notase. Nunca nadie notaba su presencia. “Es lo que tiene ser un fantasma”- pensó mientras se levantaba del suelo, deprimido por una derrota más.
Osvaldo no tenía muchos amigos, en realidad no tenía ninguno. Para Osvaldo los otros niños eran un poco tontos porque nunca se daban cuenta de nada. A él, sin embargo, le encantaba pasar el tiempo con un gato que merodeaba por el jardín de su casa. Le había llamado “PasteldeCrema” porque era muy blanco, blando y esponjoso.
Un día Osvaldo estaba jugando con “Pasteldecrema” y una niña se acercó y comenzó a acariciar al gatito y a decirle cosas.
- Es mío-dijo Osvaldo- se llama…Pero la niña le interrumpió.
- Adiós, gatito- dijo, y se marchó de allí caminando alegremente.
Osvaldo permaneció quieto un buen rato mirando cómo se alejaba. Y se puso a llorar. Nunca nadie notaba su presencia.
Después de llorar durante dos inviernos decidió que ya era hora de pasar a la acción. Se había cansado de ser el único fantasma de la tierra que no asustase a nadie. Estaba aburrido de jugar con “PastelDeCrema” que ya no era tan blanco y blando como siempre, y ahora había decidido ser un fantasma terrorífico. Para empezar, a los primeros que iba a asustar pero bien era a los niños. Llevaban mucho tiempo dándole con la puerta en las narices y ahora se iban a enterar de quien era Osvaldo el “FantasMalo”. Lo primero era hacerse con una buena sábana blanca. Sería un buen comienzo para ir tomando forma. Así que esa mañana cuando vio la colada tendida, no perdió el tiempo y cogió la más grande. Después entró en el cuarto de los niños, rompió la hucha del cerdito, sacó 2 grandes monedas y las utilizó para recortar el contorno de dos grandes ojos huecos. Estaba deseando ver la cara que pondrían los niños cuando les asustara por primera vez. Seguro que eso no se lo contaban a sus amigos por el Messenger. Ya solo le faltaban las cadenas. Esa noche cuando “SinMiedo” el perro de la familia dormía, aprovechó para quitarle la correa y Oswaldo se transformó en el fantasma que siempre había soñado ser. Ya a nadie le pasaría desapercibida su presencia…

Y cuando ya había conseguido ser terrorífico, y llevar ropa de asustar, y olvidar a PastelDeCrema y robarle el collar al pobre “SinMiedo”, notó como si las paredes se contrajesen y lo empujara hacia un pasillo muy largo y muy oscuro. Osvaldo, que no estaba dispuesto de dejarse intimidar por nadie, porque para eso era un fantasma, luchó denodadamente contra esa terrible fuerza que lo empujaba, y lo empujaba. Se agarró a las paredes, sopló muy fuerte para no ser transportado. Cada diez minutos el torbellino paraba, y Osvaldo se desplomaba en el suelo, preguntándose quién lo empujaba tanto y por qué.
Menuda nochecita pasó el pobre Osvaldo luchando contra las dichosas paredes que lo arrastraban por el oscuro túnel. Estaba agotado, tanto que pensó que iba a morir, que nadie lo salvaría. Porque a demás de que nadie podía verlo, sus fuerzas flaqueaban. De pronto vislumbró allá, a lo lejos, un resplandor. Una luz intensa y blanca. Y fue entonces cuando las paredes lo empujaron con tanta fuerza que salió disparado. Y Osvaldo, aunque siempre había sido un fantasma valiente, no pudo contener las lágrimas ni el miedo. Era demasiada luz, y demasiados empujones, y demasiado estrecha la boca del túnel. Su cuerpo se contraía, su cabeza pasó por un agujerito diminuto y la luz se lo tragó.
-Noooo -grito el fantasma. Y volvió a llorar con tanta pena y tanta fuerza que se volvió visible.
Lo envolvieron en una manta y se lo dieron a una señora la mar de simpática que lo abrazó. Todo el mundo lo observaba. Osvaldo se sintió corpóreo de nuevo, y eso tampoco le hizo mucha gracia.
¿Qué pinto yo aquí?- se dijo asustado- ¿Pero no era yo el que tenía que asustar?
¿Por qué todo el mundo sonríe?

Después de su llegada al mundo real, Osvaldo fue creciendo y olvidando su pasada vida de fantasma o lo que fuera. Porque los bebés, olvidan muy fácilmente su vida anterior para centrarse en comer, llorar y dormir principalmente.
Y por supuesto a Osvaldo le cambiaron el nombre y ahora tenía uno más cortito como Edu. Y jugaba siempre con un gato al que llamó “Cremadepastel” y tuvo un perro que respondía al nombre de “Miedosín”.
Fue haciéndose mayor y cuando tenía 70 años, estaba un poco confundido. Por una parte parecía invisible, como si fuera un fantasma, porque tenía la sensación de que nadie le veía y que nadie le hacía caso; pero finalmente se dio cuenta que eso ocurre cuando eres un poco mayor.
Y por otra parte, comenzó a sentir una presencia extraña cerca de él y a veces creía que los objetos cambiaban de lugar en su casa y cuando dormía la siesta escuchaba en sueños un ¡¡¡ BUHHHHHHHHHHHHH !!! Pero al despertar no había nadie.
Al poco tiempo de esto, nació su nieto, un chico muy guapo al que llamaron Osvaldo y que acompañó a Edu muchos años. Les gustaba jugar a los dos juntos, sobre todo a esconderse por la casa y asustarse como si fueran dos fantasmas.

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